¿Qué hacen Colombia y Perú para evitar apagones? Las lecciones para Ecuador
Mientras Ecuador sufrió una crisis energética por sequías, Colombia y Perú han logrado evitar apagones masivos mediante estrategias de diversificación energética, marcos regulatorios sólidos y sistemas de respaldo térmico eficientes. La clave está en no depender de una sola fuente de energía.
Personal de CELEC trabajando en el nuevo transformador en Trinitaria.
- Foto
X CELEC
Autor:
Actualizada:
Compartir:
Ecuador enfrenta una realidad energética preocupante. En 2024, el país vivió el peor estiaje de los últimos 61 años, provocando racionamientos de hasta 14 horas diarias que costaron aproximadamente USD 12 millones por cada hora de apagón, según la Cámara de Comercio de Guayaquil. Esta crisis no fue un evento aislado, sino el reflejo de una dependencia estructural del 72% en energía hidroeléctrica que expone al país a los cambios climáticos.
Cuando la lluvia escasea, el país se apaga
Según José Salas, José Maldona, Verónica Llerena y Sonnia Albán, en su artículo titulado “Evolución del consumo y generación de energía eléctrica en Ecuador: análisis del balance energético y diversificación de la matriz energética (2021-2024)”, la crisis energética de 2024 reveló profundas vulnerabilidades estructurales en el sistema eléctrico ecuatoriano.
El estudio advierte sobre “la alta dependencia del país de la energía hidroeléctrica, que en ciertos periodos ha representado hasta el 90% de la generación total” y que “lo expone a los efectos adversos de fenómenos climáticos extremos”.
En ese sentido, los datos más recientes de la Agencia de Regulación y Control de Electricidad (Arconel) correspondientes a enero de 2025 muestran una evolución preocupante que confirma estas vulnerabilidades. La matriz energética ecuatoriana continúa dominada por la energía hidráulica con 22.340,72 GWh que representan el 62,43% de la producción total (Gráfico 1).
Lo más revelador es el incremento sustancial de la generación térmica total, que pasó del 21,90% en enero de 2024 al 31,45% en enero de 2025. Este cambio se refleja especialmente en las plantas de Motor de Combustión Interna (MCI), que casi duplicaron su participación del 10,64% al 20,42%; se puede observar un aumento en la dependencia de combustibles fósiles para mantener la estabilidad del sistema.
Estas cifras denotan un panorama apremiante: mientras Ecuador lucha por mantener las luces encendidas ante posibles estiajes por su vulnerabilidad a cambios climáticos, sus países vecinos han construido sistemas más estables y resilientes.
Colombia: el modelo de aprendizaje post-crisis y diversificación inteligente
Colombia no siempre fue inmune a los apagones. En 1992-1993, el país vivió “la hora Gaviria”, racionamientos energéticos que marcaron a toda una generación y dejaron lecciones profundas. Sin embargo, Colombia aprendió de esta lección y desde entonces ha construido un sistema eléctrico flexible.
La transformación comenzó con un marco regulatorio sólido. Las Leyes 142 y 143 de 1994, que son conocidas como la Ley de Servicios Públicos y la Ley del Sector Eléctrico, respectivamente, establecieron una separación clara entre generación, distribución, transmisión y comercialización, creando un mercado más eficiente y competitivo.
Posteriormente, la Ley 1715 de 2014, la cual regula la integración de las energías renovables no convencionales al Sistema Energético Nacional, ofreció un 50% del valor de la inversión como descuento en el impuesto sobre la renta para proyectos de energías renovables no convencionales, en el artículo 11.
La clave del éxito colombiano radica en su matriz energética diversificada. Según datos del operador XM, Colombia mantiene un 69% de generación hidráulica y 30% térmica, pero lo crucial es la flexibilidad del sistema. Durante las sequías, las plantas térmicas pueden aportar hasta un 45% de la energía, según señaló Alejandro Castañeda, presidente de la Asociación Nacional de Generadoras (ANDEG) para el portal elCOLOMBIANO (Gráfico 2).
Por otra parte, más allá de las reformas estructurales, Colombia tuvo gestión preventiva que contrasta dramáticamente con las respuestas reactivas de Ecuador. Un ejemplo claro se evidenció en septiembre de 2024, cuando el Ministerio de Minas y Energía colombiano implementó “acciones preventivas para el suministro de energía” ante la temporada seca. Mientras Ecuador enfrentaba racionamientos, Colombia activó la Comisión Asesora de Coordinación y Seguimiento de la Situación Energética (CACSSE) manteniendo “el seguimiento pormenorizado de la situación energética del país” con frecuencia semanal.
Las medidas preventivas incluyeron habilitar la entrega de excedentes para incluir más energía a la red y habilitar energía térmica para atender la demanda, estableciendo la generación térmica como base durante condiciones energéticas coyunturales. Significativamente, Colombia limitó las exportaciones de energía a Ecuador mediante la Resolución 40330 del 2024, priorizando su abastecimiento nacional.
Perú: la estrategia del gas natural como puente energético
Perú, por otra parte, ha desarrollado una estrategia energética diferenciada pero altamente efectiva, posicionando el gas natural como columna vertebral de su seguridad energética mientras acelera su transición hacia fuentes renovables. Esta aproximación dual ha demostrado ser clave para mantener la estabilidad del sistema eléctrico peruano, evitando las crisis de desabastecimiento que han afectado a otros países de la región.
Según datos del Ministerio de Energía y Minas peruano, el país mantiene una matriz energética donde las principales fuentes generadoras son hídricas (55%) y térmicas (37%), siendo el gas natural el componente principal de la generación térmica. Esta composición refleja una estrategia deliberada de diversificación que ha permitido al país mantener estabilidad energética incluso durante eventos climáticos adversos.
Pedro Gamio, exviceministro de Energía peruano, articula esta visión estratégica al señalar a medios de comunicación que “el gas natural debería quedar como soporte para la generación eléctrica, en periodos de escasez de lluvias que afecte a las hidroeléctricas, no de forma masiva”. Esta perspectiva ha permitido que Perú utilice el gas natural como un auténtico “puente energético” hacia las renovables, proporcionando la estabilidad necesaria mientras desarrolla progresivamente otras fuentes de generación.
El compromiso peruano con la diversificación energética se refleja en cifras impresionantes de crecimiento renovable. Según el Ministerio de Energía y Minas, la generación eólica aumentó 66% y la solar 32% en 2024, totalizando 5.777 GWh de energía renovable no convencional, un incremento del 47% respecto a 2023. Más aún, para abril de 2024, la generación eléctrica nacional con recursos renovables alcanzó 425 GWh, incrementando un 96% respecto al mismo periodo de 2023 (Gráfico 3).
Este crecimiento sostenido no es casual sino resultado de una planificación estratégica ambiciosa. Según Infobae, Perú proyecta elevar en un 150% las energías renovables no convencionales en su matriz eléctrica al 2030, escalando del actual 8% al 20% de la producción energética total. Este objetivo se alinea con los compromisos globales de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% para el mismo año.
La importancia del almacenamiento y la flexibilidad
Una diferencia clave entre Ecuador y sus vecinos radica en el desarrollo de tecnologías de respaldo y almacenamiento. Colombia ha demostrado que las plantas térmicas son esenciales como respaldo.
El concepto de flexibilidad energética también es fundamental, ya que proporciona una respuesta rápida a las variaciones de demanda y oferta. Esta flexibilidad es lo que permite a Colombia mantener estabilidad incluso durante eventos climáticos extremos.
Perú, por su parte, ha apostado por tecnologías de almacenamiento más avanzadas. El sistema Chilca-BESS representa una evolución hacia sistemas más inteligentes que pueden almacenar energía durante periodos de alta generación y liberarla cuando es necesaria. Esta tecnología es especialmente importante para integrar fuentes renovables intermitentes como la solar y eólica.
El gobierno ecuatoriano reconoce esta necesidad en su planificación. El Ministerio de Energía y Minas impulsa “tecnologías innovadoras para sistemas de almacenamiento de energía para mejorar la operación del Sistema Nacional Interconectado”, pero la implementación ha sido lenta comparada con los países vecinos.
La diferencia también está en la gestión de riesgos, Colombia mantiene protocolos claros para activar generación térmica cuando los embalses bajan, mientras que Ecuador opera con márgenes mínimos que no permiten respuestas rápidas ante emergencias.
¿Ecuador ante nuevos racionamientos?
Ecuador podría enfrentar un momento crítico en el presente año. Según el Plan de Operación del Sistema Nacional Interconectado enero 2025 - diciembre 2026, publicado por CENACE, el país estaría experimentando una situación complicada con reservas de potencia negativas y/o cercanas al 10% desde enero hasta abril de 2025, lo cual dificulta asegurar el abastecimiento de electricidad y realizar los mantenimientos de las plantas generadoras sin ocasionar déficit.
Esta crisis de reservas contrasta dramáticamente con la situación de Colombia y Perú. Mientras Ecuador lucha por mantener márgenes mínimos de operación, ambos países mantienen reservas operativas gracias a su capacidad térmica de respaldo, que puede activarse rápidamente durante períodos críticos.
Energía nuclear: ¿la apuesta estratégica de Ecuador?
El pasado 13 de mayo de 2025, Ecuador dio un gran paso al firmar un Memorando de Entendimiento con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), marcando el inicio oficial de la exploración de energía nuclear con propósitos pacíficos. La ministra de Energía y Minas, Inés Manzano, señaló que “necesitábamos a alguien con el peso del organismo internacional, que nos lleve, acompañe y asesore también en la construcción de la ley que estamos desarrollando en este momento”.
Esta decisión cobra especial relevancia en el contexto de la crisis energética que enfrenta el país. Mientras Ecuador lucha con reservas de potencia negativas desde enero de 2025, la energía nuclear emerge como una alternativa para garantizar “una fuente estable de producción” que contribuya a la diversificación de la matriz energética, según destacó la ministra Manzano en el Boletín N° 601 de la Secretaría General de Comunicación de la Presidencia.
Para comprender el alcance de esta apuesta estratégica, es importante entender los fundamentos técnicos de esta tecnología. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica, la energía nuclear es la forma de energía que se libera desde el núcleo o parte central de los átomos. Esta fuente de energía se produce mediante fisión nuclear, un proceso por el cual el núcleo de un átomo se divide en dos o más núcleos más pequeños, liberando al mismo tiempo energía.
Según Doménica Velasco y Milena Patiño, en su publicación titulada “Energía nuclear: El futuro de la producción energética”, la energía nuclear presenta ventajas técnicas contundentes: “la potencia y cantidad de energía que se obtiene con tan solo una central” es significativamente superior a otras fuentes energéticas, logrando generar hasta 1.500 TWh, mientras que una central hidroeléctrica produce aproximadamente 6.000 mWh. Además, señalan que “la gran cantidad de reservas de uranio a lo largo del mundo posibilitan su uso por un periodo indefinido de tiempo”, aspecto relevante considerando que Ecuador cuenta con uranio en abundancia.
La propuesta nuclear representa un cambio paradigmático en la estrategia energética ecuatoriana. A diferencia de Colombia y Perú, que han optado por diversificar gradualmente con renovables no convencionales y sistemas de respaldo térmico, Ecuador considera un salto tecnológico hacia la energía nuclear en módulos, con proyecciones de implementación en “tres o cuatro años”.
Esta estrategia nuclear contrasta notablemente con las opciones elegidas por los países vecinos. Mientras Colombia mantiene un sistema flexible basado en hidroelectricidad y térmica con capacidad de respuesta rápida, y Perú acelera su transición hacia renovables no convencionales, Ecuador apuesta por una tecnología que, aunque ofrece energía de base estable, requiere inversiones superiores a los USD 4.000 millones y plazos de desarrollo considerablemente mayores.
La situación ecuatoriana evidencia las consecuencias de no haber diversificado adecuadamente la matriz energética. La dependencia grande en hidroelectricidad, combinada con fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes, han llevado al sistema al límite operativo. Los datos de CENACE confirman que Ecuador no puede permitirse más retrasos en la implementación de su plan de diversificación energética.
La pregunta clave es si Ecuador puede esperar por esta apuesta de largo plazo mientras enfrenta crisis inmediatas que han llevado al sistema al límite operativo. La respuesta definirá no solo el futuro energético del país, sino también su posicionamiento en el mapa energético regional.
(*) Economista, analista económica Revista Gestión.
Compartir: